Jánuca y el Dios de los Milagros

Jánuca y el Dios de los Milagros

En esta temporada de Jánuca, recordamos la notable historia transmitida de una generación a otra en la comunidad judía, cuando en la época de los Macabeos (siglo II a.C.) Dios dio a un pequeño ejército de judíos una milagrosa victoria sobre los griegos sirios que gobernaban la tierra de Israel en ese tiempo. Cuando los Macabeos reclamaron el Templo de Jerusalén, lo restauraron del paganismo y comenzaron un período de ocho días de rededicación del lugar santo.

Cuando fueron a encender la recién consagrada menorá, el aceite que quedaba duró los ocho días completos hasta que el aceite pudo ser repuesto de nuevo. Fue un acontecimiento asombroso que se celebra en los ocho días de Jánuca, también conocido como la Fiesta de la Dedicación (Juan 10:22) o el Festival de las Luces.

Janucá nos recuerda que el Dios de Israel es el Dios de los milagros. La primera parte del milagro es algo que ha sucedido una y otra vez en la historia de Israel: Dios concedió al pueblo judío la liberación de sus poderosos enemigos cuando, desde un punto de vista humano, era totalmente imposible.

En segundo lugar, cuando el aceite continuó ardiendo milagrosamente en el candelabro del Templo, era una reminiscencia de los días de los levitas originales que fueron designados para mantener el fuego ardiendo en el altar continuamente en las cortes del Tabernáculo, para que no se apagara (Levítico 6:13).

¿Qué nos dice este milagro hoy?

Al igual que los levitas de antaño y los macabeos en la rededicación del Templo, estamos llamados a mantener encendida la llama de la presencia de Dios en nuestras vidas y en nuestras familias. En los días oscuros que a menudo están tan presentes en el mundo de hoy, ahora más que nunca se nos llama a hacer brillar la luz de Dios en este mundo.

Pero no nos dejan solos para hacerlo.

Justo cuando piensas que toda esperanza está perdida, justo cuando el petróleo está a punto de agotarse, justo cuando las circunstancias imposibles amenazan con sobrepasarte - la presencia y la provisión de Dios llegan en el momento de mayor necesidad.

No estamos solos para mantener encendida la luz de Dios con nuestros propios recursos humanos. El Dios que da el mandamiento de cuidar la llama es el Dios que trae la provisión que permite que se produzca el milagro.

En la observancia judía, la vela más alta en el centro de las nueve ramas de la menorá especial de Janucá es la vela shamash ("sirviente") que se usa para encender las otras ocho velas, una nueva vela por noche. Esta es una hermosa imagen de la intervención de Dios para mantener las luces de la fiesta encendidas.

Así que esta temporada de Hanukkah, en medio de todo lo que hace furor a tu alrededor, mantén tu luz fuerte y verdadera, con la seguridad de la fe - el Dios que te ha colocado donde estás, por difícil que sea, te proveerá diaria y fielmente el combustible milagroso que necesitas para continuar.

 

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