Una guía para tiempos inciertos

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A medida que nos acercamos a la culminación de los acontecimientos mundiales, en una época a la que las Escrituras se refieren repetidamente como el Día del Señor, afortunadamente no se nos deja solos para que nos valgamos por nosotros mismos. Al contrario, la Escritura nos enseña que Dios nunca nos abandonará, ni siquiera en los días difíciles.

El libro de Primera de Pedro, escrito a los cristianos que se enfrentaban a la realidad de la persecución, da muchas claves importantes para vivir en un mundo de naturaleza incierta e incluso hostil a nuestra fe.

El capítulo 4, a modo de miniguía para este tiempo, aborda prácticamente lo que debemos hacer en los días en que las circunstancias que nos rodean se vuelven muy intensas:

7 Pero el fin de todas las cosas está cerca; por tanto, sean serios y vigilantes en sus oraciones. 8 Y sobre todo, tened ferviente amor los unos por los otros, porque "el amor cubrirá multitud de pecados". 9 Sed hospitalarios unos con otros sin murmuraciones. 10 Cada uno según el don que haya recibido, entrégueselo a los demás, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. 11 Si alguno habla, que hable como oráculo de Dios. Si alguno ministra, hágalo como con la capacidad que Dios suministra, para que en todo sea Dios glorificado...

Hay muchas ideas valiosas que podemos obtener de este pasaje, pero consideremos varias exhortaciones principales que son muy oportunas para nosotros hoy.

1. Sé serio y atento en tus oraciones

Si alguna vez hubo un momento para tomar en serio nuestro llamamiento bíblico a la oración, ¡es ahora! Dios nos ha colocado estratégicamente en esta tierra en misión, para estar vigilantes y conscientes de lo que está sucediendo en nuestra guardia. Y mientras vigilamos, no sólo debemos ser conscientes de las circunstancias que nos rodean, sino que también debemos vigilar para ver lo que Dios está haciendo, y convertirnos en una parte activa de Su plan para llevar el avance del Reino de Dios (expresado como amor, paz y alegría) dondequiera que vayamos.

2. Tener un amor ferviente los unos por los otros

El amor es la fuerza más poderosa del universo, porque es el corazón de Dios en acción. Así como Él ama al mundo, nos llama a amar a las personas que nos rodean con un fervor sincero. En otro lugar, la Escritura dice que debemos "hacer el bien a todos, especialmente a los de la familia de la fe" (Gálatas 6:10). La forma en que nos amamos unos a otros dice mucho al mundo, y la forma en que amamos al mundo es la forma en que nos convertimos en Juan 3:16 en acción: conductos del amor de Dios hacia quienes lo necesitan desesperadamente.

3. Ser hospitalario

A primera vista, puede parecer un poco fuera de lugar dedicarse a la hospitalidad cuando tantas cosas a nuestro alrededor se tambalean y hay una mayor urgencia en nuestras vidas. ¿No deberíamos estar en la plaza pública, librando la buena batalla con campañas e iniciativas para implementar un cambio generalizado? Pero junto a nuestros esfuerzos externos, esta escritura nos muestra que una de las cosas más importantes que podemos hacer en medio de los grandes desafíos es mostrar una atención práctica a los demás en forma de hospitalidad.

El versículo 9 de este pasaje añade que debemos hacer esto "sin refunfuñar" - que a medida que encontremos la alegría de servir a los demás a través de las provisiones diarias, la compasión y el consuelo, Dios traerá el aumento a cualquier cosa que pongamos nuestras manos. Cuando mucho de lo que nos rodea es incierto, hay una necesidad aún más pronunciada de actos intencionales de bondad.

4. Utiliza el regalo que has recibido

En una hora en la que hay muchos frentes de batalla que vienen en contra de nuestra fe, nosotros, como cuerpo de creyentes, necesitamos absolutamente que el don de cada persona salga adelante para el avance de los propósitos de Dios. El verso 10 nos muestra que esto demuestra una buena administración de la gracia de Dios en nuestras vidas.

Si no usamos los dones que se nos han dado, desperdiciamos la oportunidad de bendecir a otros y de fortalecerlos en lo que Dios los ha llamado a hacer. Así que ¡utiliza tu don!

5. Hablar y ministrar con expectación piadosa

A menudo miramos nuestras vidas y pensamos: "¿Cómo podrían mis pequeñas acciones marcar la diferencia?". Pero el versículo 11 nos recuerda que somos embajadores de Dios en las palabras que decimos y en las vidas que vivimos. Una palabra de Dios a través de nuestra boca, o una pequeña acción inspirada por Él, tiene la capacidad de cambiar completamente una situación y traer una poderosa liberación del Reino de Dios.

Si nos tomamos a pecho estas sencillas exhortaciones y las ponemos en práctica en nuestra vida diaria, el resultado final será la glorificación de Dios (versículo 11), que es nuestro principal objetivo como creyentes. Así que, mientras los acontecimientos globales y los cambios masivos tienen lugar en el mundo, no abandonemos los mandatos prácticos que Dios ya nos ha dado para esta hora. Ahora es el momento de poner nuestra fe en acción.

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